orientacion vocacional como proceso

La Orientación Vocacional como Proceso

Por Claudia Cavalotti de Migliorini. Gabinete de Orientación Educativa. Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE)



“Necesito un test vocacional”, expresan los jóvenes cuando demandan un acompañamiento en el complejo momento de la toma de una decisión. Este mito, que emerge de representaciones sociales arraigadas en viejas prácticas sostenidas desde el paradigma positivista (con el afán de la objetividad), nos interpela en nuestro lugar de orientadores. Nos mueve a trabajar desde la “desmitificación” de la orientación vocacional como una acción dirigida de afuera hacia adentro y su legitimación como un proceso de acompañamiento en el esclarecimiento de la identidad vocacional.

Lo vocacional alude a un entramado complejo entre lo personal, familiar, social, cultural, económico, político y laboral, que no puede pensarse sino desde una concepción holística que permita la integración de la subjetividad con aspectos de la realidad objetiva, subjetivada de particular manera por cada persona.

Desde este encuadre, el proceso de orientación vocacional asume la forma de un proceso de acompañamiento al sujeto en el camino de construcción de su identidad personal, social y vocacional. Se trata de ayudarlo a conocerse y a conocer el mundo, para significarse en un proyecto que pueda sentir como propio, abordando la problemática del sujeto y del mundo cultural, social y económico. Adquiere un carácter eminentemente preventivo, en tanto promueve aprendizajes de vida, tendientes a la búsqueda de un sentido, un significado de sí mismo en relación a los otros y lo otro. Aprendizajes que tienen que ver con la autonomía en la toma de decisiones, la capacidad de renuncia y tolerancia a la frustración, la capacidad para postergar gratificaciones inmediatas, la disposición para preguntarse y preguntar, la posibilidad de integrar aspectos positivos y negativos de sí mismo y de la realidad…

Lo personal en la elección vocacional El sujeto que llega a consulta es portador de una historia intra e intersubjetiva, una historia de vínculos y de identificaciones, que ha ido configurando un sujeto social, en interacción con la familia, la escuela, otras instituciones y la sociedad. Es un sujeto atravesado por procesos identificatorios en los que se ha ido gestando “el ideal del yo”. Procesos estructurantes que generan un particular modo de “ser y hacer” en el mundo, una particular manera de relacionarse consigo mismo, con los objetos y los otros sujetos. Es un sujeto que vive la crisis vocacional de modo singular. Tomamos el concepto de matriz de aprendizaje de Ana Quiroga quien lo define como "la modalidad con la que cada sujeto organiza y significa el universo de su experiencia, su universo de conocimiento. Se constituye en interacción con el mundo pero a la vez condiciona modalidades de interacción. Matriz, en tanto estructuración, es el lugar o la forma en la que se genera la particularidad que tiene en cada uno de nosotros el vincularse, el aprender y la posibilidad de realizar”.

La elaboración de un proyecto futuro, la elección de un estudio o trabajo, moviliza y actualiza, entonces, todos estos entretejidos, en un continuo. No como una decisión aislada que surge en un determinado momento, “porque se termina la escuela y así debe ser”. Se trata de un proceso en desarrollo, en el que, cada etapa adquiere su particular significado en relación al que le precede y al que le sucede.

De este modo, se construye la identidad vocacional – ocupacional, expresada en términos de roles, en la que se integran, desde las primeras fantasías hasta la imagen de sí mismo, erigida sobre la base de los intereses, las aptitudes, los valores, motivaciones, las aspiraciones….proyectada en futuro. Esta integración se produce a partir de una crisis que implica ruptura, abandono y descubrimiento. Ruptura de la relación del sujeto con estructuras conocidas y manejadas. Ruptura del mundo interno y externo, que genera nuevas demandas, nuevos procesos de adaptación. Ruptura que se resume en la pregunta ¿Quién soy? ¿Quién soy para los otros? Abandono que supone un duelo, expresado como la búsqueda de la mejor manera de superar lo que se deja, resolver y “poder dejar”, aquello con lo que, necesariamente, se debe romper. Descubrimiento como integración de la propia historia y el futuro que se quiere alcanzar. Descubrimiento como crecimiento, como logro, como el alcance de lo esperado y proyectado.

Lo contextual en la elección vocacional Vivimos una etapa de profundas transformaciones políticas, económicas, históricas y socioculturales. Las nuevas formas de distribución del poder y los bienes han producido cambios en la manera de posicionarse de los individuos en relación al orden social. Los cambios acontecidos no han dejado de impactar en las problemáticas y elecciones vocacionales. Surgen nuevas formas de asumir la realidad educativa y ocupacional, así como también nuevos modos de vivenciar y expresar las angustias y temores que genera la inserción en el mundo del estudio y del trabajo. Así pasamos desde la Modernidad, definida como la etapa de las grandes promesas, a la Posmodernidad, hecha de desencanto (según la define Luis González- Carbajal en “Ideas y Creencias del Hombre actual”). Las características de la sociedad en la que vivimos se centran en el predominio de la economía de mercado, con el consecuente aumento de las iniciativas privadas, en contraposición a la búsqueda del bien común. Se generaliza la crisis de valores y se impone el individualismo como modo de estar en el mundo. El sujeto queda atrapado en la búsqueda de placeres inmediatos, influenciado por las tendencias consumistas, que lo insumen en un profundo desinterés y apatía: nada de lo que se le ofrece parece gratificarlo.

A este extremo, se opone la creciente pobreza de algunos sectores. Se acrecientan las diferencias y, cada vez es mayor el número de personas que no pueden acceder a condiciones mínimas de dignidad. En la “era de la comunicación”, se generaliza la descomunicación arraigada en la ausencia de códigos comunes. El sujeto está saturado de información, pero queda despojado de los lazos estables, de los encuentros, de las manifestaciones directas de afecto. Las relaciones se tornan virtuales, en el plano del “como si...” . Ante las ausencias de los padres, escuchamos “portate como si te estuviera viendo, por ej.”.-

En tiempos de modernidad, el estudio terciario o universitario, constituía el pasaje a una nueva escala social y era la garantía del ingreso al sistema laboral. Ser graduado universitario significaba portar un determinado prestigio. En esta estructura social, cobraban relevancia las carreras tradicionales como Abogacía, Medicina, Ciencias Económicas. La oferta educativa era mucho más limitada y las opciones se veían recortadas en función de la relación estudio – oportunidades laborales (reconocidas a través de demandas precisas según el contexto).

Ya a fines de siglo, la relación estudio – trabajo – intereses de los jóvenes, se ha visto profundamente modificada por las nuevas pautas culturales.- El sistema educativo atraviesa por una profunda crisis, generando, como principal consecuencia, la devaluación en la formación de los jóvenes.

La oferta educativa superior se amplia y diversifica cada vez más. Los sistemas de información acerca de las nuevas posibilidades de estudio resultan insuficientes, la relación entre estudio y trabajo ya no es tan clara. Y el desempleo surge como el fenómeno social más preocupante de todos los países, aún los más desarrollados. En este contexto, adolescentes y jóvenes se sumergen en la incertidumbre y el escepticismo, la “desesperanza compartida”....Cuando el presente es incierto, pensar en futuro sólo produce confusión y bloqueo. La búsqueda del sentido genera conflicto.

El campo de la orientación vocacional: desde el sujeto hacia el contexto La intervención en orientación vocacional refiere, entonces, a un campo complejo en el que el sujeto que elige debe atribuir sentido a los objetos susceptibles de ser elegidos, en un contexto particularmente difícil. Consiste en acompañar al sujeto que elige en el camino de reconocimiento de la propia historia en relación con los otros significativos para él: el conflicto que le genera la ruptura con el orden establecido, el estado de búsqueda de un nuevo orden que le resulte adecuado, las posibilidades y limitaciones que puede encontrar en esa búsqueda.

Se convierte en un espacio en el que el sujeto puede interrogarse sobre sí mismo, su lugar en el mundo, su relación con los otros, la manera en que quiere ingresar al mundo del servicio y del trabajo y el sentido que desea otorgar a su quehacer. Ofrece una particular manera de escuchar e interpretar, guiando al otro en la resignificación de sus preguntas y sus respuestas y propiciándole el aprendizaje de la elección y la decisión autónoma. Promueve la reconstrucción de la propia subjetividad y el conocimiento de la realidad social, educativa, laboral, económica... a fin de lograr una integración lo suficientemente armónica y flexible, susceptible de buscar nuevas adaptaciones, nuevos instrumentos y estrategias eficaces para la inserción en el mundo, de manera productiva.

Pensado así, el proceso, no tiene un tiempo, un espacio, ni una modalidad predeterminados, pues se trata del tiempo, el espacio y el modo del consultante, que se construyen en una relación intersubjetiva. Si bien se apela a diferentes técnicas, el orientador sabe qué espera a través de ellas y cuánto debe devolver al otro para generar nuevos interrogantes.

El desafío de la tarea consiste en lograr que el orientado trascienda el presente y se sitúe más allá de sí mismo para elaborar de manera creativa un proyecto que lo involucre con los otros, en una opción que le permita sentirse realizado, a través de un camino de formación para sí mismo y para los demás.

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